miércoles, 2 de mayo de 2012

Periodo Griego
Los elementos de la antigua Grecia fueron fuego, tierra, aire y agua. Estos representan en la filosofía, ciencia y medicina griega la comprensión del cosmos donde convive todo lo existente.
Tales de Mileto propuso como el principio o arché de todas las cosas el agua, después Anaxímenes considero el aire, Heráclito el fuego y Jenófanes la tierra.
Finalmente Empédocles los unifica en la teoría de las cuatro raíces (cerca del 450 a. C.), a las que Aristóteles más tarde llamó elementos.
  • El fuego es a la vez caliente y seco.
  • La tierra es a la vez seca y fría.
  • El agua es a la vez fría y húmeda.
  • El aire es a la vez húmedo y caliente.
 
Algunas creencias incluían un quinto elemento, el "éter" o "quintaesencia." Estos cinco elementos son asociados comúnmente con los sólidos platónicos.
Los pitagóricos añadieron la idea del quinto elemento, e incluso utilizaban las letras iniciales de estos cinco elementos para nombrar los ángulos de su pentagrama
Aristóteles añadió el quinto elemento como la quintaesencia, razonando que el fuego, la tierra, el agua y el aire eran terrenales y corruptibles, y ya que no había ocurrido nada así en terrenos celestiales, las estrellas no podían estar hechas de ninguno de estos elementos, sino de uno diferente, incambiable; una substancia celestial. La palabra éter fue revivida en el siglo XIX por físicos como un término para el medio invisible que llenaba el universo, el éter luminoso.
Algunos ocultistas asociaban los estados de la materia con elementos clásicos: sólido (Tierra), líquido (Agua), gaseoso (Aire), o plasma (Fuego). Por extensión, las más exóticas fases de la materia (como la condensación de Bose-Einstein) son algunas veces vistos como formas representativas del quinto elemento (éter).

Los Cuatro Elementos
 Demócrito expuso su doctrina en el libro Miakròs diákosmos (El pequeño sistema del mundo), que sólo conocemos por referencias indirectas. La obra expresa una concepción de la naturaleza fundada, como la de su maestro, en los principios del ser y del no ser de la tradición eleática. El ser tiene los rasgos del ser puro de Parménides: es pleno, indivisible, ni generado ni corruptible. Pero a diferencia del Uno eleático, que además de ser único es inmóvil, el ser de Demócrito es infinito en cuanto al número, es una pluridad de "átomos" innumerables, que difieren entre sí sólo por la forma, y que están en continuo movimiento espontáneo. La pluridad y el movimiento de estos átomos se debe al no ser, al vacío. En oposición expresa al principio fundamental del pensamiento eleático, el atomismo antiguo, a fin de "salvar los fenómenos", sostiene que "la existencia de la cosa no es mayor que la existencia de la nada", o también "Ser, no lo es más uno que ninguno". Cada átomo ("indivisible") es pleno (sin vacío), indivisible debido a su solidez. Esta indivisibilidad corpórea tiene su correspondiente "forma indivisible". Tales formas indivisibles, infinitamente variadas, se mueven espontáneamente en el vacío sin resistencia del no ser, se encuentran y se separan, se agregan y disgregan en una vibración eterna, de donde provienen aquellos torbellinos que generan mundos, también ellos infinitamente variados y distintos entre sí, compuestos de átomos y de vacío. De este modo, el movimiento de los átomos en el vacío da lugar al nacimiento y a la muerte de los distintos entes, sin producirse pérdida de los elementos reales y, al mismo tiempo, excluyendo cualquier concepción finalista.
Fuentes http://html.rincondelvago.com/democrito.html
             http://es.wikipedia.org/wiki/Elementos_de_la_antig%C3%BCedad

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